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Hola, soy Daniel, y cago en la oficina.

Ok, ok, aceptémoslo; es un tema que incomoda, pero es algo tan natural que no deberíamos escandalizarnos. Hay personas que le dicen de otras maneras: defecar, hacer del 2, hacer popó (odio esa expresión), recibir un fax, tener una cita con el alcalde, sacudir el tamarindo… Pero la que para mí es la mejor manera de decirlo es “cagar”. Nada más que hacer, es la forma más bonita de expresar el acto excretor del cuerpo.

Los voy a poner en contexto. Yo trabajo en una oficina pequeña, tanto que realmente es una casa adecuada para tal fin. Somos 8 personas que trabajamos acá y por cosas del destino soy el único hombre de la oficina; en resumidas cuentas: siete mujeres muy bien “puestecitas” y un hombre que realmente es una masa de 110 kilos de amor, y baños mixtos por doquier.

Ese es otro problema. La gente cree que porque uno es gordo, caga más. Pues posiblemente si, por lo general uno come más y uno no tiene un “hoyo negro” (bueno, realmente si jajajaja) en el intestino donde la comida digerida se transporta a otra dimensión y caga menos. Por lógica, lo que entra debe salir, como sea, pero debe salir.

Todo empezó cuando en la oficina hicieron unas remodelaciones locativas y, en el baño del segundo piso (recordemos que es una casa) pusieron un extractor de olores. Cuando yo descubrí eso sentí que desde el baño sonaba un coro de ángeles que me invitaba a posar mis escasos glúteos en la cerámica fría de la toilette y dejar que la naturaleza hiciera lo suyo. Pues bien, acepté la invitación y déjenme decirles que una vez abierta la llave, es muy difícil que se cierre.

Se podría decir que ya cogí experiencia entrando al baño de la oficina. Que cagada con las muchachas, pero es verdad.

Así que estos son mis consejos para ir al baño de la oficina a descomer, liberar a Willy, hacer abdominales sentado, esculpir un cilindro, ir a Chi-cago, aceptar el llamado de la naturaleza.

No importan los prejuicios

Si, todo el mundo caga. Como dice el poema:  “… de cagar nadie se escapa. Caga el rey, caga el Papa, caga el buey, caga la vaca, y hasta la señorita más guapa hace sus bolas de caca”. Entonces por más que usted trabaje con Ana Sofía Henao, Natalia Paris, o Natalie Portman, ellas también deberán ir al baño a cagar alguna vez. Vaya, haga lo suyo.

Demórese un tiempo prudente

Yo no soy capaz de cagar en menos de cinco minutos. No por el acto en sí, sino por todo el ritual que esto conlleva. Ir con el celular, revisar redes sociales, jugar Candy Crush hasta que se te acaben todas las vidas. Llega a un punto en el que tenés marcado el bizcocho en las piernas y dos puntos rojos en la mitad del muslo (traducidos en el codo apoyado ahí durante mucho tiempo). Pero recuerde que está en la oficina y debe ser productivo.  Vaya, siembre un árbol sin hojas sin demorarse una eternidad.

Recuerde que el ambientador hace MUCHO ruido

Si es la primera vez que va a ir al baño en la oficina y quiere que no se den cuenta, asegúrese que el ambientador que está en ese espacio no sea de los ruidosos. Debo confesar que me pasó: fui al baño y cuando terminé mi diligencia esparcí esas partículas de olor agradable para que tapara el olor no tan agradable que había dejado, pero me delató el sonido del ambientador. Ese “SHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH” sonó a más de 60 decibeles gritándole a todos: “hey, este acabó de cagar aquí” y creo que hasta el vecino de la oficina se dio cuenta que yo había entrado al baño. Gracias, ambientador, por haber hecho de una cagada uno de los momentos más bochornosos de mi vida. Entonces vaya, ponga a Obama en la Casa Blanca, pero cerciórese que el ambientador no lo delata o acuda al viejo confiable: el fósforo.

Salga como si nada

Si, salga del baño como si fuera una reina de belleza. Ahí no pasó nada así el olor a muerto diga otra cosa. Sonría, salude a la gente que se encuentre en su camino de regreso al puesto, dele la mano al gerente si lo estaba esperando durante el tiempo de reinicio intestinal.

Recuerde, solo fue un momento de esparcimiento en el baño (no, no fue autoamor, pero casi) y debe salir tan contento sencillamente porque el metabolismo de su cuerpo está funcionando a las mil maravillas, y puede eliminar lo que no le sirve.


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Daniel Barrera H.

Este pequeño niño creció y se dañó en las prestadas. Un mal gordo al que no le gusta el aguacate ni las papas de limón. Soy pésimo en la cama: ronco y babeo la almohada. Magister en lavado de loza.