En el Municipio de Pitalito Huila, un hombre finge secuestro para evitar casarse
Hoy quiero traer al recuerdo de aquellos que rebobinábamos los casetes con la tapa del lapicero y para los que no son de tan bella época darles a conocer parte importante de nuestra historia patria, un suceso acaecido en el mes de noviembre de 1997. En dicha fecha se volvió viral (aunque el término no corresponde a aquella época ) la historia de Liliana Cáceres, una joven de 16 años que con la intención de retener a su amado simuló estar en estado de gestación rellenando su barriga de gran cantidad de trapos (aunque la estrategia corresponde a la época actual ya no es con trapitos).
Medios de comunicación, el gobierno nacional y empresas privadas se dieron a la tarea de solidarizarse con donaciones económicas, leche, pañales, cremas y atención médica preferencial con aquella joven que aseguraba estar a punto de parir 8 hijos de su enorme barriga trapera. El final de la historia se puede consultar buscando en Internet el término “barriga e´ trapo” o pidiéndole a alguien con más de tres décadas de vida que se lo cuente. Lo importante de la anécdota es que aquel día me di cuenta de algo: en este país todo puede pasar.
Y sí señoras y señoras, desde ese año muchas cosas pasaron: Jaider Villa ganó un concurso de talentos, Calero fue Cónsul, se perdió el referéndum contra la corrupción, el fiscal anticorrupción era un corrupto, sábados felices todavía existe, y Epa Colombia le dijo “Amiguis” a una juez. Pero, hace poco se escribió otro capítulo de esos que como el de Liliana hace que cualquier ser humano ame este país.
En el Municipio de Pitalito Huila, un hombre planeó y fingió junto a sus amigos ser secuestrado para no llegar a su boda. Sí señoras y señores, tan absurdo como ver policías colándose en Transmilenio, mientras los invitados y la novia esperaban ansiosos al pie del altar llegó a la iglesia la noticia del secuestro del pretendiente. Se derramaron lágrimas, se escucharon pesares, se lanzaron súplicas para que el susodicho fuera liberado, pudiera asistir a su sacramento y aceptar los votos eternos.
«Sí señoras y señores, tan absurdo como ver policías colándose en Transmilenio, mientras los invitados y la novia esperaban ansiosos al pie del altar llegó a la iglesia la noticia del secuestro del pretendiente. «
Se corrió la voz en el pueblo, la policía intervino, el Gaula del ejército hizo lo mismo articulando un gran operativo para lograr el regreso del secuestrado. Horas después, ante la presión de la autoridad, los amigos, los verdaderos amigos del hombre (y no es sarcasmo) confesaron que todo había sido parte de un plan que pretendía socorrer a su compadre ya arrepentido de dar el sí.
No quería casarse
Al final, al ser revelado su gran plan, el secuestrado fue encontrado en una vivienda del municipio, escondiéndose y sin su traje de boda puesto. Algunos lo juzgarán, para otros será motivo de odio, vergüenza y de rabia, será tildado de cobarde, traidor o poco hombre, pero para este humilde escritor ese hombre es un héroe digno de una epopeya.
Elegir el aislamiento y la soledad, abandonar todo lo que tenía, lo que es, dejar a la novia vestida en el altar, al sacerdote con la sotana puesta, decenas de invitados hambrientos, una suegra ansiosa, un suegro que gastó sus ahorros cafeteros en licor y platos fríos y sobre todo, preferir los 6 años de prisión que castiga el autosecuestro por mantener su soltería ¿no le da las virtudes de valentía y sabiduría de los héroes griegos?
Al final el hombre huyó del pueblo, dicen que para evitar la vergüenza. Se fue rápido y soltero. Dependiendo la solidaridad de género, esta historia puede tener un final feliz o triste, pero de algo si hay que estar seguro, todo hombre quisiera tener esos amigos, porque ¿Cuántos ahora no están secuestrados por no haber planeado su secuestro?
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